Aullido

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El hombre comparte con el lobo la necesidad de que lo escuchen

lunes, 13 de diciembre de 2010

Me gusta Huelva



Dice no se qué estudio de un Instituto de Análisis e Investigación que Huelva está casi a la cola de las ciudades de España en cuanto a reputación. Vamos, la 75 de 81. Ante esto quiero decir dos cosas: La primera es que se demuestra que el gasto de dinero que el alcalde ha destinado todos estos años a financiar los paseos de muchos onubenses el día del Turismo por el legado inglés y otras cuestiones populistas no han servido para nada. Me pregunto qué fue de esos lemas de ciudad de primera, de crecer más en diez años que en cien, de Huelva motor de Andalucía, de terceras revoluciones industriales, de capital del Atlántico...  Ni siquiera en los onubenses (el estudio éste resulta que se realiza valiéndose del análisis que los ciudadanos hacen de las propias ciudades en las que viven) ha surtido efecto tamaña sarta de frases vacías cuando no directamente falsas.

La segunda es que yo vivo en Huelva y, como diría el niño del chiste, a mí me gusta. Y me explico. Me gusta su esencia, su gente, su clima, su tamaño... Y como me gusta su esencia prefiero vivir aquí para intentar cambiar lo que tiene de malo, que tiene desde luego. Nos faltan muchas cosas, y otras tantas las hemos perdido en estos años oscuros de palmas huecas y farolillos de pega. Pero, insisto, me gusta su esencia y por eso pienso que vale la pena. No me quiero poner demasiado pesado con la política, pero no me resisto a decir que me gusta a pesar de Pedro Rodríguez y del nulo partido que ha sacado la ciudad a sus ya quince años de (des)gobierno.

No afirmo que todo sea culpa del PP, que seguramente no; pero sí considero que en mi opinión se han perdido quince años para hacer grandes cosas más allá de los necesarios jardines hoy abandonados que se construyeron en el primer mandato del PP con dinero proveniente de fuera a través del Plan Urban (siempre dinero de fuera, nunca de aquí, que el de aquí se dedica a financiar paseos por los sitios de siempre en una suerte de turismo endogámico ya vemos con qué efectos).

No obstante, sin nacionalismos ni fanatismos por el estilo, a mí Huelva me merece la pena y me gusta su alma; y eso no me lo va a quitar ni ése ni ningún instituto.

Por cierto, que a quienes no lo sepan debo decirles que no soy de los que no han pasado de Manzanilla: estudié cinco años en Madrid, viví en Londres dos años y me hago doscientos kilómetros diarios porque ni despacho está en Sevilla.

1 comentario:

Zizo dijo...

Me parece un certero análisis y una sana declaración de principios. Y me gusta mucho lo de las palmas huecas y los farolillos de pega